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martes, 24 de julio de 2012

"Cuentos desde la frontera" 2



"La frontera es una tenue división mental, una línea difuminada que separa imperceptiblemente el bien del mal, la locura de la cordura, la ética de la inmoralidad, lo posible de lo imposible, la pregunta es: ¿ En que lado de la frontera estás?..."


 


                                                  El invierno del alma


Matías caminaba pausadamente, sin prisa, disfrutando de la caricia agradable de un débil sol otoñal. Era un día especial para él y quería disfrutar de cada instante y absorber cada momento.
A la altura de un buzón de correos se detuvo, del interior de su chaqueta apareció una carta, la contempló durante unos instantes como asegurándose de que todo estuviese correcto y en orden, al fin después de esta somera comprobación la depositó en el buzón. Se quedó mirando hacia ningún sitio y se nublaron sus ojos.
"La vida cuando quiere pasa muy deprisa", pensó, y  envuelto en sus propios pensamientos siguió caminando.
Después de un rato Matías estaba a las puertas del Gran Hospital, entró, cruzó el inmenso hall y se dirigió al mostrador de información:
-Buenos días, soy Matías Villar. Y extendió a la recepcionista una especie de volante.
La señorita tomó el papel fijándose con atención.
-Un momento por favor Sr. Villar. Acto seguido hablaba por teléfono consultando algo sobre el contenido del volante.
Cuando colgó el auricular se dirigó a Matías:
-Enseguida vendrá un celador y le acompañará a Vd. a la planta 12.
Él asintió.
El hall era un constante ajetreo de gente entrando y saliendo, cada cual con su particular historia, y todos con el deseo y el anhelo de poder seguir contándola.
Una voz hizo que Matías girara la cabeza.
- Sr Villar ¿verdad?... Era el celador.
- Sí soy yo.
-Haga el favor de acompañarme.
Se dirigieron hacia los ascensores y tomaron uno de ellos sólo permitido a personal autorizado. Cuando se abrieron las puertas estaban en la planta 12, salieron y anduvieron por un laberinto de pasillos, se detuvieron ante una puerta acristalada, el celador la abrió y le cedíó el paso amablemente a una salita:
-Si es tan amable espere aquí. Enseguida le atenderán.
-Gracias. Contestó.
La sala estaba vacía y parecía diseñada para gente VIP. disponía de dos cómodos sillones, todo tipo de lecturas,TV, hilo musical, y hasta de una pequeña nevera con refrescos, un amplio ventanal iluminaba la estancia.
Matías se hundió en uno de los sillones, cogió la prensa y comenzó a ojearla.
Al cabo de media hora  abrió la puerta una enfermera:
-Sr. villar por favor acompáñeme el doctor le recibirá ahora.
Ambos salieron de nuevo al laberinto y después de recorrer algunos pasillos  la enfermera se detuvo ante una puerta con una placa en la pared, llamó con los nudillos y entró:
- Doctor, el Sr. Villar. Dijo.
El doctor se levantó, se dirigió hacia Matías y le estrechó la mano. seguidamente le invitó a sentarse.
-Bien Sr. Villar. Comenzó a decir. Todo el proceso va a ser lo más rápido posible porqué entendemos su estado de ánimo, en menos de una hora habrá un quirófano libre y comenzaremos. Mientras tanto repasaremos su historial y todo el papeleo.
Después de casi tres cuartos de hora, Matías estaba ya cansado de papeles y de preguntas, afortunadamente sonó el teléfono.
-Bien ya disponemos de quirófano. Dijo el doctor. En unos instantes la enfermera le acompañará a una de las habitaciones para prepararle. ¿Tiene Vd. alguna pregunta?, gustosamente se la responderé.
Matías respondió negativamente con la cabeza.
                       Pasados unos días y lejos de allí una mujer recogía el correo de su buzón, de entre toda la correspondencia sostuvo sorprendida entre sus dedos una en particular.
Ya en casa abrió el sobre nerviosamente y comenzó a leer.
                        Querida hija:
Sin duda en plena época de comunicación electrónica, te sorprenderá recibir una carta manuscrita aunque sea de tu propio padre, sinceramente he tenido miedo hasta de hablar por teléfono contigo, pensando que el sólo hecho de escuchar tu voz me hubiera hecho flaquear en la decisión que he tomado.
Sabes que desde que murió tu madre no soy el mismo, me cuesta vivir y ya ni siquiera los recuerdos agradables me consuelan, hace tiempo que mi cuerpo y mi alma viven en un permanente invierno. Y antes de que el destino o yo mismo me arrincone en el desván de los juguetes rotos, he decidido decir ¡basta! y escapar.
Como yo solo no hubiera sido capaz, he aprovechado un nuevo programa experimental de la SS denominado eufemísticamente
"Tránsito". Los médicos aseguran que es totalmente indoloro y rápido. A todos los que se inscriben en este programa, que son bastantes, el estado les abona hasta tres anualidades de la pensión, que pueden recibir sus herederos. Aún con todo y pese a mis setenta y dos años creo que han hecho negocio conmigo.
Me gustaría no que me perdonaras, si no que hicieses un esfuerzo aunque sea grande y trataras de comprenderme, sé que  todo podría haber sido diferente en otras circunstancias, pero la vida se te echa encima y no pregunta. No quiero alargar más esta despedida, es muy doloroso para mí y me imagino que también para tí, pero quiero que sepas y que  siempre tengas en cuenta que te quiero, te quiero, te quiero, siempre y desde siempre.





5 comentarios:

  1. Anda que...me has puesto mal cuerpo, pero que conste que es un cuento precioso.
    Dentro de poco nos veremos así para ahorrar en la S.S. Osti! ahora que lo he escrito me he dado cuenta...soy tan tonta que había relacionado S.S. con las SS nazis, que curiosa asociación de ideas

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  2. Espero y deseo que nunca pase lo que en el cuento, aunque al paso que vamos con el tema ahorro quién sabe. Por cierto no se me había ocurrido lo de las SS nazis. Saludos

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  3. Caray, muy bueno.
    Me recuerda a George Orwell y sus magníficas novelas.
    Felicidades.

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  4. Gracias Barto. Voy a entregar los premios "Percebe" este mes, acepto tus candidatos. Un abrazo.

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  5. Hola Luis, hablando de premios, tienes uno en mi blog, si lo quieres es tuyo...

    Un abrazo!

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